Una de las mejores maneras de que los momentos especiales de la vida se conviertan en recuerdos que perduren casi intactos en el tiempo es capturarlos en fotografías.
Después de una boda, es costumbre que la pareja enseñe su álbum fotográfico, donde generalmente la pareja tiene fotografías del día de la celebración y un reportaje de cuando vuelven de su luna de miel.
Esto entraña varios riesgos que un fotógrafo necesita advertir: es muy fácil que después de tantos días en un hotel con todo incluido ganemos algunos kilos de más y el traje no nos quede como antes, podemos volver con quemaduras solares o marcas de las gafas en la cara, etc., y evidentemente los resultados quizá no cumplan las expectativas.
Es por esto que últimamente las parejas optan por realizar un reportaje previo a su boda, cuando todavía son oficialmente novios.
Aquí traigo un breve ejemplo de una genial pareja que deja patente el amor que se profesan.